Que los alumnos no pierdan clase

Leemos durante estos días, opiniones diversas sobre cómo gestionar el final de curso desde el confinamiento, y hay una postura sobre la que me gustaría reflexionar. Se trata de la opinión de Isaac Rosa, que podemos leer en su artículo: El mundo se derrumba, pero que los chavales no pierdan clase". En dicho artículo, el autor enfatiza la incomprensible necesidad de que los alumnos hagan deberes, frente a las terribles consecuencias que la pandemia está dibujando cada día.

Admitiendo los innumerables dramas humanos con los que esta pandemia tan virulenta y destructiva nos castiga diariamente, también debemos considerar que, afortunadamente, hay millones de alumnos que dentro de la extraordinaria situación, han ido perfilando sus rutinas y han conseguido adaptarse a la situación. Además, suelen contar con los medios suficientes para poder establecer el contacto frecuente que les demandan su profesores. Pues bien, ¿no deberían los profesores seguir diseñando tareas para estos alumnos? ¿Son más los perjuicios psicológicos y afectivos, a los que alude el autor, que los beneficios que estas pueden reportar?

Sin entrar a valorar la necesidad de completar temarios o exigir todo lo que a principio de curso se había planificado - creo que está fuera de toda duda la adaptación de los contenidos a las exigencias del distanciamiento - los profesores deben facilitar tareas y actividades que mantengan a sus alumnos académicamente activos, más en unas circunstancias en las que los adolescentes están incrementando, a veces de forma preocupante, su consumo de redes sociales, televisión y videojuegos. Pensemos en el beneficio que la continuidad de sus hábitos de trabajo les aporta y en la necesidad de que sigan leyendo, pensando, memorizando, reflexionando; siendo activos intelectualmente, en definitiva.

Por último, echo de menos que desde las altas instancias educativas se abogue por la continuidad del curso escolar, pero que no se haya hecho nada por solucionar el acceso de miles de estudiantes a la única forma que en estas circunstancias tienen de seguir la rutina del aula, que es facilitándoles tablets u ordenadores y conexión a internet. La autoevaluación es para todos.